Llegamos allí en tren y, poco a poco, nos fuimos acercando hacia la Casa de los cañones. Después fuimos hacia el molino de agua, donde hace mucho tiempo las aguas caudalosas del río Miera movían el rodete y el árbol, que con su giro, hacían girar también a la piedra volandera.
Muy cerca está la estatua del Hombre pez, al que nos acercamos para oir de primera mano su historia.
Pasamos por un puente, que ya sabemos que no es romano, aunque lo llamen así.
Cogimos el tren de vuelta y llegamos felices al cole…a casa.