En las casas de los abuelos de hoy, que hace mucho tiempo fueron niños, no había ordenadores portátiles, ni tablets, ni teléfonos móviles…Tenían otros sistemas de almacenamiento y de transmisión del saber. A ellos les bastaba la memoria, que hacían las veces de biblioteca; y los cuentos e historias que escuchaban al calor de la hoguera, hacía las veces de lectura.
Esas historias eran una ventana abierta al mundo. Con ellas aprendían la bondad de unos y la maldad de otros. Con ellas entendían que alguna cosa que les ocurría, a otros también les pasaba y no se sentían solos ni diferentes.
Hoy, que estamos obligados a estar en nuestra casa por esta terrible pandemia, evocaremos a nuestros mayores y a través de la pantalla de nuestro ordenador, de nuestra tablet o de nuestro teléfono móvil, escucharemos historias que nos acercarán un poco -gracias a Encuentados de oírte– y sentiremos cómo los cuentos,sin lugar a dudas, abrazan.
¡¡Disfrutad de ellos!!
Estamos deseando veros. Un abrazo
VERDEMAR